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Acabo de terminarlo y, aunque ya es el cuarto que leo de este autor y de la serie de Erlendur Sveinsson, no acaba de entrarme.
Es entretenido, pero no hay suspense; la historia siempre tiene su origen en el pasado al encontrarse restos humanos antiguos, y como el comisario este está obsesionado por las desapariciones se empeña en investigar y resuelve el caso. Lo que pasa es que muchas veces es más por intuición que por otra cosa, como ocurre en esta ocasión.
También hay siempre una narración en paralelo de los hechos que desencadenaron el asesinato que se está resolviendo; nunca me gustó eso de estar saltando de una historia a otra.
Por otra parte, se centra demasiado en las vidas personales de los protagonistas, sobre todo en la de Erlendur y sus problemas con sus hijos.
Sumando todo, el libro resulta un poco disperso y, aunque como ya dije es entretenido y se lee rápido, desde mi punto de vista, no acaba de cuajar.