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Es la decimotercera novela de la serie de Temperance Brennan. Todas me han gustado y ésta no es una excepción. Tiene, como las demás, sus cosillas, pero en general engancha, se lee bien, y es entretenida hasta el final. Aunque tengo que reconocer que las primeras, que leí hace bastantes años, estaban mejor, más trabajadas.
En ésta la trama se complica un poco por la cantidad de cadáveres sin identificar o mal identificados en su día, aunque terminas por aclararte.
Como siempre Brennan cuenta con la ayuda del poli Ryan, y su historia personal, ahora somos pareja, ahora no, sigue influyendo en el desarrollo de las novelas. Aquí estamos en un momento de ‘ahora no’, en el que llevamos tres o cuatro novelas. La verdad es que el poli da un poco de pena porque es el personaje más simpático de la serie, y el que pone los toques de humor en la historia. Ella resulta un poco picajosa, aunque también tiene sus momentos.
Como siempre, también, está a punto de morir durante la investigación. Parece que ser forense es bastante peligroso, tanto en los USA como en Canadá. Y por supuesto es Brennan quien resuelve el caso.
La recomiendo, pero advierto que las novelas no tienen nada que ver con Bones, la serie de televisión. Lo único que tienen en común es que la protagonista es una antropóloga forense que se llama Temperance Brennan. A mí me gustan más las novelas.