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Una vez superado cierto repelús por lo inverosímil del tema, la novela resulta bastante interesante. La trama está bien desarrollada, la narración es ágil y engancha. Desde mi punto de vista, sólo tiene dos defectos, aunque pueden ser bastante importantes según el espíritu con que se lea el libro: el protagonista y el final.
El protagonista, Jon Campelli, hijo de Luca ídem propietario de la librería, se ve metido en el meollo sin comerlo ni beberlo al heredarla de su padre, pero resulta demasiado perfecto: es el Lector-transmisor más potente de todos los tiempos, sus poderes parecen no tener límite conocido y, por supuesto, se enamora perdidamente de la chica y se convierte en el arma definitiva de los malos que lo “abducen” para su causa.
Aquí enlazamos con el final, que desmerece un poco del resto de la intriga. Es demasiado tópico, como el protagonista, y se resuelve gracias al amor que Jon siente por Katherina (Lectora – receptora, también potentísima), que le hace ver que está siendo utilizado para fines malvados.
Pero en conjunto es buena, dentro del género, y se lee rápido, manteniendo el interés hasta el final.